La historia viene de lejos. No es normal que en este
país se promocione ni se ayude a la música en directo. Incontables son los
conflictos entre consistorios y salas o bares que han acabado con la ley del
más fuerte, es decir el cierre del local o la prohibición de hacer conciertos.
En mi ciudad, Barcelona, el asunto es especialmente sangrante. Como ciudadano
no puedo entender que se practique esa presión, incluso en locales sin ningún
tipo de denuncias ni incidentes, y, en cambio, se haga la vista gorda en otras
cosas. Que se venda la ciudad como destino turístico de primer orden y se
limite la actividad musical en vivo cuando en los países de origen de los
turistas es algo cotidiano y habitual en bares e incluso en restaurantes. Que,
en tiempos de inquietud económica, se ponga tantas trabas a nivel de permisos y
requisitos a gente emprendedora dispuesta a arriesgar su pasta montando un
local. Pero lo que me dejó especialmente sorprendido fue la noticia que puede
leer hace unos días y que tuvo amplia difusión en las redes sociales. Unos
inspectores de trabajo acompañados por la Guardia Urbana se presentan, no de
muy buenas maneras según se comentaba, en medio de la jam sesión del local Bel
Luna identificando a los músicos y pidiendo documentación laboral a los mismos.
Increíble pero cierto. Muchos de los seguidores y visitantes de esta bitácora
son músicos y tienen bandas. Bandas con las que no se ganan la vida de ninguna
manera y en las que están por el puro placer de tocar. Grabando compactos sin
ninguna ayuda institucional y pagándolo todo de su propio bolsillo. Y,
obviamente, perdiendo dinero la mayoría de las veces que salen a tocar fuera de
su ciudad. O sea que yo tengo un grupo y soy, por ejemplo, de Lleida y quiero
tocar en Barcelona. Pillo alojamiento, alquilo o negocio la sala, imprimo
carteles e invito a todos mis amigos al evento. Y, en mitad del concierto,
puede aparecer la autoridad e interrumpirlo para ver si somos músicos
profesionales. Ante estas cuestiones no puedo más que volver a dar una vez más desde
aquí todo mi, modesto, apoyo a las salas de todo el territorio nacional que se
arriesgan programando bolos, a los promotores que dan vida a esas mismas salas
y a todos los que se gastan unos euros en asistir a esos conciertos y tomarse
unas cervezas en las barras. Respaldemos el circuito estable de música en
directo. Un bien cultural que nos pertenece a todos. Y no me vengan con la
excusa de la crisis. En Barcelona se pueden ver conciertos de estupendas bandas
locales y tomarse un par de cervezas por la modesta cantidad de diez euros un
viernes o un sábado por la noche…Y sí, ya sé que la gente puede gastarse su dinero
en lo que quiera…
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6 comentarios:
Igual al alcalde Trias le parecen delincuentes los músicos de Rock, nunca se sabe.
Pues si es vergonzoso.. En cambio pierden el culo con la mierda de casino... Money, thats all they want !!
Mi experiencia personal es tan sangrante y cruel como la que cuentas. EN mi ciudad intentamos cerra una calle para que un cantautor local presentara su disco, autoeditado por supuesto, el ayuntamiento alegó que obstaculizábamos el paso del camión de la basura, entonces entendí que para ellos la música está muy por debajo de la basura, supera la ficción. Pero más triste que eso fue comprobar como para cierta final de cierto deporte rey se cerró la calle a un bar para que sacara su pantalla. Hace tiempo que solo pienso en marcharme. Saludos Manel, esperemos que esto reviente por algun sitio para empezar de cero.
Ya hace años que Barcelona se ha convertido en una ciudad para guiris.
Lamentable lo que cuentas, es digno de un país tercermundista y represivo.
La gente esta anestesiada, con la que esta cayendo y lo que caerá, debería haber una revuelta social, ya esta bien coño.
Salud amigos
Absolutamente lamentable, el país es un compendio de mediocridades una tras otra y de dirigentes decadentes y analfabetos, nos va como tiene que irle a una sociedad así.
Saludos.
Al final habrá que pedir perdón por tocar y ser músico, profesional o aficionado, y solicitar permiso para tocar un instrumento, no sea que lo confundan con un vago y maleante, o esté incitando a provocar algún tipo de altercado. Cuánta razón tenían Extremoduro:
http://youtu.be/w1-oI3slL5w
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