Los altos hornos nórdicos continúan volcando metal fundido sobre Europa. No hay cantera más abundante que la del norte del viejo continente en todo el mundo mundial dentro del género de hachas humeantes y melenas al viento. Como es lógico ante tanta prodigalidad no es oro todo lo que reluce y conviene afilar el criterio para separar cal de arena. Este quinteto de Estocolmo pasa la criba con suficiencia en esta primera grabación lanzada al mercado. No detallan nada novedoso ni diferente, si no consideramos novedad una gran influencia de la nueva ola del metal británico en el trabajo de las guitarras, pero lo hacen con convicción y oficio.
No se limitan a soltar la avalancha de riffs y a meter tralla a toda mecha. Cuidan mucho las melodías vocales así como las armonías en las seis cuerdas y usan con habilidad teclados y mellotrones para tejer una red de fondo en la que las composiciones se mecen cómodamente. Y eso es lo importante en el caso que nos ocupa, ese sonido vintage, en el concepto, en su imagen y en el diseño del disco, no cae como en otros casos en la mera emulación por una sencilla razón, tan básica como fundamental. Svartanatt saben componer, tienen canciones y esa amigos es la clave, el hechizo del asunto.
Uno no puede más que alegrarse de que estos cinco tipos hayan aprendido las enseñanzas del proto metal y el hard rock setentero con tanto aprovechamiento y que sean capaces de parir temazos como «Thunderbirds Whispering Wind», «Filled Up with Darkness», la pegadiza «Demon», el viaje espacial de «Dreams», la épica «Destination no End» o «Secrets of the Earth» cuyas guitarras erizaran el vello de todos aquellos que se pirren por esta escena. Notables.
Escrito para la web de Ruta 66
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