Ahora que la edad
de los rockeros escandinavos, los hay que deben necesitar permiso paterno para
cruzar fronteras, parece disminuir en cada oleada en contrapartida a su aumento
de prestancias musicales es cuando no se debe perder la memoria y ser justo con
los que les precedieron. Como es el caso de Siena Root. Ya no por su condición
de seminales ni por su dilatada trayectoria si no por la enorme calidad que
atesoran. Cinco años han transcurrido desde su último trabajo de estudio. Un
lustro en que ha habido nuevos cambios en la formación (una constante en su
trayectoria) que no han afectado en absoluto a la notable capacidad del núcleo
duro, Sam Riffer, Love Forsberg, para recrear un género cuya mayor explosión
tuvo lugar a finales de los sesenta y buena parte de los setenta. Y además
hacer que suene actual, sin el pesado lastre que otorga el tiempo y la excesiva
exposición a este tipo de sonidos a la que estamos expuestos últimamente. Los
recién llegados, el vocalista Jonas Ahlen (Backdraft) que ya había cantado con
ellos en algunas ocasiones, Matte Gustavsson y el teclista Erik Pettersson,
cumplen a la perfección con sus labores hasta el extremo de que el
hammond de Erik se convierte en uno de los puntos angulares del disco
sustentando con su excelente labor cuarenta y dos minutos del mejor hard blues
rock progresivo que se puede escuchar en estos momentos. Pioneros y tocados por
las musas. Excelentes.
Publicado en Ruta 66 Enero 2015
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