Grabación de debut que desprende ilusión y ganas, huele a sueño por
alcanzar, a amor y pasión, pese a su juventud (veinte añitos tiene el
muchacho), por una música que tuvo su máximo apogeo cuando él ni siquiera había
nacido y que, obviamente, disfruta de la frescura que siempre va asociada a ese
subidón de adrenalina que genera crear y registrar el primer disco.
Compuesto prácticamente en solitario y sin saber siquiera si iba a ser
editado Fine, Thanks expone una madurez
impropia de un artista novel, los temas nos hablan de un compositor
seguro de sí mismo y que tiene muy claro que quiere hacer y hacia donde
encamina sus pasos. Si sumamos ambos factores, frescura y confianza, obtenemos
como resultado la proporcionalidad ideal para equilibrar la balanza de un
trabajo enraizado profundamente en los sesentas y setentas pero que no olvida
ecos de los últimos grandes coletazos musicales acontecidos en la pérfida
Albión a cargo de bandas como Oasis.
Once canciones que aúnan ascendentes de ambos lados del Atlántico,
combinando el rock venido de Norteamérica con el toque pop inequívocamente
británico, de manera natural y nada forzada,
revelando influencias impropias
de su edad, Beatles, Who, la escena
progresiva anglosajona de la década de los sesenta y otras más contemporáneas
como la citada banda de los hermanos Gallagher, que dejan claro que Esteve
Masclans lo tiene. Que posee ese
intangible, ese toque etéreo, que te hace intuir que aquí hay madera.
Acompañado por su banda y bien rodado en conciertos debe dar el puñetazo de
aquí estoy con el tan difícil segundo disco. La tarjeta de visita le ha quedado
la mar de bonita. Como no podía ser de otro modo en alguien que decidió hacerse
músico después de visionar The Last Waltz siendo apenas un crío. Inmejorable
punto de partida, ¿no creen?
Escrito para la web de Ruta 66.
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