Llegada a la Plaza de la Virgen Blanca para ver a Charles
Bradley bajo un sol de justicia e ir calentando los motores del la segunda
jornada. Poco vimos al soulman enzarzados en conversaciones y saludos con
amigos de toda España que no faltan invariablemente a la cita azkenera cada
año. La acostumbrada ronda de bebercio y tapeo antes de zamparnos unas sartenes
de huevos rotos en la Clásica y a echar una siestecita antes de subir al
recinto. Pontus Snibb 3 fueron los primeros que vimos. El
trabajador Pontus (cantante y guitarrista en su banda Bonafide, batería con
Stacie Collins Band o Jason & The Scorchers en sus visitas europeas y otra
multitud de proyectos) presentaba, junto a la base rítmica de Backdraft, un
nuevo disco. Rock con mucho blues y espíritu setentas tocado con ambición,
paseo entre el público soleando incluido, y potencia. He leído por ahí que
tocaron una versión de ZZ Top. Nada de eso, lo que comentó Pontus es que la
canción que iban a tocar era “al estilo ZZ Top”. Gustaron. Rich
Robinson fue autor, con The Black Crowes, de uno de los mejores
conciertos de la historia del festival pero, en esta ocasión, su paso fue más
que discreto. Su nuevo disco es muy relajado e intimista y su puesta en escena
encaja mejor con pequeñas salas donde el público tenga muy claro lo que va a
presenciar que en recintos abiertos. Tocaron de puta madre, el nivel
instrumental es estratosférico, pero no conectaron en ningún momento y el
concierto fue un quiero y no puedo que nunca terminó de arrancar. Las
versiones, Neil Young, Velvet Underground, Fleetwood Mac, dieron algo de color
a una paleta marcada por el escaso carisma del guitarrista y la flojera del
pase. Black Label Society salieron a matar, con Zack tocado
por un penacho de jefe sioux, ante una carpa abarrotada. Su presencia, y la de
su banda, impresiona (y la de todo su crew, verlos en la zona del backstage
acojonaba) pero acaba sonando todo demasiado lineal y si, encima, te marcas un
solo de diez minutos pues solo acabas contentando a los más fieles. The
Amazing tocaron muy poco rato, no llegó a cuarenta minutos, y dejaron
largos pasajes instrumentales, bonitas melodías y rastro de banda interesante.
Los australianos The Screaming Tribesmen fueron un chorro de
aire fresco a base de power pop de guitarras y estribillos. Se les veía
contentos y con una gran predisposición. Ozzy y sus (dos)
amigos eran la incógnita de siempre. Y mejoró, en mi opinión, su presencia del
pasado año. Mientras le aguantaron las fuerzas, casi hasta el final, disfrutó,
se mojó y remojó junto al público con su manguera y sus cubos de agua, cantó un
pequeño grandes éxitos propios antes del pasaje instrumental para dar paso a
Geezer Butler y lanzarse al repertorio Sabbath donde aparece Zack Wylde como
segundo invitado. Cierre con Crazy Train y un Paranoid (con todos sobre el
escenario) al que llega ya justísimo de voz. Destacar el excelente montaje
escénico que le acompañaba. The Mars Volta son otro eterno
interrogante. Su música está completamente libre de límites y hacen lo que les
sale de los cojones. Sin importarles ni lo más mínimo si los que pagan por
verlos van a conectar o no. A mí directamente me echaron para el hotel casi a
patadas. Otros hablan maravillas de su bolo e incluso sus seguidores andan
despistados. Nn amigo mío muy fan de ellos me comentó que había sido una
mierda de concierto. En fin…..Para gustos colores……Pronto la jornada del sábado
con unos protagonistas absolutos... LYNYRD SKYNYRD.
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4 comentarios:
En mi opinión Pontus Snibb 3 y Screaming Tribesmen fueron lo mejor de la tarde, por la mañana me gusto mucho Charles Bradley, entre el bebercio y tapeo, como bien dices, por la Virgen Blanca.
Saludos.
Yo la verdad es que no sé lo que ven en una banda como The Mars Volta. Soy incapaz de escuchar un tema suyo del tirón y ya ni te cuento ver un bolo. No aguantaría ni cinco minutos. En fín, como tú bien dices, para gustos los colores.
Del resto, me alegro que Ozzy haya dado un mejor concierto que el año pasado y Rich es mejor verlo en un sala. El tío es muy soso y frío para un festival.
Saludos.
Uno de los momentos más deseados ne este Azkena era también uno de los más íntimos, ante el desconocimiento de la mayoría de la gente.
Y es que encontrarse de nuevo con The Screaming Tribesmen,y verles en buena forma, fue una gozada.
Como bien dices, fue eso, un chorro de aire fresco viniendo de unos veteranos.
Yeah!! Genial que Ozzy estuviera mejor que el año pasado y con Geezer y Zach el show ganarñia seguro bastantes enteros. Mars Volta no son carne de festival, y menos a horas intempestivas,al igual que sucede con Rich. Muy buena crónica ;-) Saludos!!!
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