miércoles, 10 de julio de 2013

JAMES COTTON / LA LEYENDA DEL BLUES VIVA Y BIEN


El de Tunica, Mississippi, es una de las leyendas del blues que todavía resta entre nosotros. A sus 77 años sigue soplando la armónica como si la vida le fuese en ello. Tuvo que dejar de cantar tras ganarle la batalla a un cáncer de garganta, su último registro protagonista aparece en el álbum Fire Down Under The Hill editado en el año 2000, pero no ha renunciado a girar ni a grabar discos con otros cantantes o utilizando a miembros de su banda de acompañamiento en ese rol. Para Cotton Mouth Man (Alligator, 2013) la alineación es de verdadero esplendor. Un elenco cinco estrellas que respalda al armonicista en 13 temas, en casi su totalidad escritos para la ocasión por el propio James junto a alguno de sus más fieles escuderos, el batería Tom Hambridge por ejemplo, que configuran uno de los álbumes del año en lo que al género se refiere. Joe Bonamassa hace lo que debe hacer y se limita a tocar la guitarra en el tema título, Keb Mo se zampa «Mississippi Kid» y «Wasn’t My Time To Go» de un bocado, Warren Haynes suelta dedos y voz en el trote boogie de «Something For Me» con su habitual sobriedad, la exuberancia vocal de Ruthie Foster se apodera de «Wrapped Around My Heart» aportando espíritu shouter para retar a Delbert McClinton que aparece poco después deslizándose entre las notas de «Hard Sometimes». Pero la palma va para otro de los grandes de este negocio, Gregg Allman sienta cátedra haciéndose cargo de «Midnight Train» con sentimiento, garra y maestría. Al finalizar la sorpresa del último tema, James fuerza sus cuerdas vocales para entonar, a lado de su armónica y el dobro de Colin Linden, los versos de «Bonnie Blue» sabes que estás ante uno de los últimos representantes de una estirpe que no volverá. Gracias maestro, gracias.

* Reseña escrita originariamente para la web de Ruta 66

2 comentarios:

rollinstonesmario.com dijo...

Pues tomado nota para adquirirlo.

Gonzalo dijo...

Pues aún no le he pegado una oída a este disco, habrá que remediarlo, gente como James Cotton se lo merece todo. Cuando aún era un chaval de lo más empanao y el blues aún no me había pinchado Cotton tocó en mi ciudad, Badajoz. Me dijeron que fue apoteósico y él y su banda estuvieron de juerga después del concierto con mis hermanos, fueron Cotton y su banda los que no paraban de hacerse fotos con la gente para su colección.