El de Michigan es otro de esos trotamundos del blues
que recorren kilómetros y cruzan fronteras con la guitarra a cuestas. A los
quince años ya se subía a los escenarios de Detroit y alrededores curtiéndose
en toda jam que se le pusiera a tiro o bien como hacha de multitud de bandas de
rock y blues. Su primer álbum en solitario, Boogie
All Over Your Head (1984), puso su nombre en el candelero y sus incendiaros
shows, en alguno llegó a tocar hasta cuatro y cinco horas, le ganaron una buena
base de fans. Proud To Be Loud (1988)
y Get It On The Boogie Train (1992)
fueron su segundo y tercer largos. Ambos tuvieron buena distribución en Europa
a cargo del sello Provogue con el que todavía trabaja en la actualidad. Los
seguidores europeos lo adoptaron de manera inmediata y el viejo continente ha
sido uno de los principales teatros de operaciones de Michael. La herencia de
la alta energía de Detroit, el hard rock setentas, el trote arrasador del boogie
y su derroche de testosterona le han granjeado la admiración de todo tipo de
público, desde los aficionados al blues hasta los fans del metal, impresionados
por la contundencia escénica de unos shows empapados en whisky y riffs
sudorosos. Puede que el éxito comercial le haya sido esquivo pero un puñado de
años después se mantiene fiel a lo que le hizo empuñar por primera vez
guitarra. El amor por el blues, la pasión por el rock & roll. Un tipo
integro para el que no existe otra realidad que hacer sonar sus seis cuerdas una
y otra vez. Cub Koda lo describe así en Allmusic.com, “Explora todas las vías
de la música tradicional americana, escribiendo y produciendo sus discos en el
estudio del sótano. Michael es un verdadero blues rocker que merece tener una
audiencia mucho más amplia”. No voy a ser yo el que le contradiga.
25 de febrero Rocksound (Barcelona)
26 de febrero Serjos Zona Rock (Monzón)
27 de febrero La Boite (Madrid)
28 de febrero Doka (Donostia)
El viernes estaremos en Donosti sin falta...
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