No brinda el de Kentucky nada que no hayamos podido escuchar anteriormente en boca de otros. Desde los pioneros del blues y el folk, sin dejar en el tintero a los grandes nombres, hasta las últimas hornadas de cachorros con botas de montar. Pero si Chris destaca entre el conjunto del rock de raíces es por imprimir a todo lo que hace un sello de honradez y, si se me permite la dichosa palabra, autenticidad que desbarata cualquier reserva. Música que mana directa del corazón, desvestida de cualquier artimaña, con la madurez y la serena sabiduría del que, al llegar al medio siglo de vida, se ha despojado de lo superfluo, de lo trivial y es consciente de que lo que hay que valorar es lo que realmente importa. Sus canciones huelen a lluvia, saben a tierra, a llamadas de larga distancia sin respuesta, a cielos de tormenta, a fotos en colores sepia y al sabor agridulce de vivir en sitios donde parece que nunca va a suceder nada que trastorne la rutina diaria. Discos como A Pretty Good Guy, The Jealous Kind o Heart Of Stone son postales en blanco y negro, equilibradas entre resecas tomas acústicas y crujientes sonidos eléctricos, que retratan una América gris y descorazonada. Knight es un clavo ardiendo al que agarrarse para aquellos que echamos de menos al Earle más exasperado. Aquel que destripaba corazones y conciencias antes de enamorarse.
Un tipo autentico sin duda, me has dado ganas de pinchar algo de el.
ResponderEliminarun saludo
A falta del "outlaw" Steve Earle probaremos con este tipo a ver qué tal.
ResponderEliminarGracias por la recomendación.
Saludos.
Pues sí, somos unos cuantos los que echamos de menos al Earle más exasperado. Que vuelva ya a la mala vida.
ResponderEliminarSalud.
Tomo nota, pero como no llego a todas partes y en todo momento, me tomo mi tiempo.
ResponderEliminarSaludos