JESUS LOVES SCOTT H. BIRAM / ROCK SOUND BARCELONA 21/04/2010

Impresionante. Menuda demostración de intensidad. Música real, libre de artificio. Sin trampa ni cartón. Una guitarra, brutal el sonido que extrae de esa Gibson del 59, un esquelético aparato de percusión en el pié, una armónica, un megafóno y toneladas de talento para llevarnos a un viaje al pasado. Como ver a un bluesman en un juke joint repleto de humo en los años 30. Cuando la música era tan verdadera que solo importaba la comunicación entre público y artista como herramienta terapéutica para aliviar tiempos difíciles. La manera endiablada de atacar "You Gotta Move" de Mississippi Fred McDowell o "I Can't Be Satisfied" de Muddy Waters era más propia de otra época que de la que estamos viviendo. Country apocaliptico o seductor, escuchar a toda la sala corear esa maravilla de canción que es "Still Drunk Still Crazy Still Blue" emocionaba, retazos de punk y hasta momentos de clara raigambre death metal lo diferencian de la multitud de cantautores roots o de la moda de los barbudos folkies. Cada alarido salía de las entrañas, cada riff del bajo vientre, cada estrofa partía el alma como si fuera el último concierto de su vida. La reacción del personal asistente, unas 70 personas, fue estupenda vibrando junto al de Texas desde el primer al último minuto. Sorprendiéndolo con una cerrada ovación cuando ya había bajado del escenario, y se dirigia a la barra a por otro vodka mezclado con agua con gas, que encajó casi con timidez y sonrojo. El tipo se marchó encantado prometiendo volver el próximo año. Allí estare. Me esperaba un buen concierto, me gustan mucho sus discos, pero lo que me proporcionó con su música fue mucho más que eso. Mucho más. Y me hacía falta. Me viene a la memória ese blues solo con voz, armónica, golpes en el micro y las palmas del respetable y se me eriza el vello. Joder!.